Esta noción está basada en la siguiente lógica: los humanos, que perciben el hecho de que uno está actuando de forma fraudulenta, normalmente expresan sin quererlo señales de engaño. Por consiguiente, si el autoengaño permite a alguien creerse sus propias distorsiones, él no presentará dichas señales de engaño y por consiguiente parecerá contar la verdad.
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